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Fernando González - Velada Metafísica

CUADERNO DE DIRECCIÓN

Por: Cristóbal Peláez G.

· ¿Qué es lo que se quiere llevar hasta un escenario? ¿Qué es lo que se quiere compartir con un público? La respuesta es imprecisa. Sólo hay un pálpito. El deseo de revisitar al Mago de Otraparte, entrar en contacto nuevamente con sus obras, y verificar si todo ello nos activa la emoción de ponerlo en una práctica.

· Volveremos al viejo Envigado, a reinventarlo, a recontextualizarlo.

· Esa primera parte pasa por un extenso periodo de lecturas. Es el trabajo arduo del actor en la metodología de creación en grupo, implicado en el estudio y conocimiento del tema. Creador antes que intérprete.

· La cercanía con Envigado -Matacandelas remonta allí su fundación- nos provoca, pero aún no sabemos si ese conocimiento tan estrecho puede estar a nuestro favor.

· Charla con el Padre Alberto Restrepo, que ha trabajado a fondo el asunto, es sin duda el más grande conocedor de la obra. Es él quien ha estado al tanto de las libretas, trabajo exhaustivo sobre los apuntes y borradores que constituyen una especie de diario íntimo. El grueso de ese contenido está inédito. Y constituye para nuestro objetivo un material de gran valía.

· Prolongadas horas y días de lectura en colectivo. La emprendemos con una selección de repaso a la REVISTA ANTIOQUIA. 17 entregas, que escribió y editó Fernando González entre 1936 y 1945. Se caracteriza por artículos breves, chispeantes, críticos, con mucho humor. Ahí el filósofo está infiltrado de cronista, de novelista.

· Oteamos ahí qué puede virtualmente llevarse a la escena. Las libretas y Revista Antioquia, a contrapelo de los libros conocidos, constituyen un material "anormal", es decir: fragmentario, discontinuo, desfachatado, sin ornamento. Material bastante provocativo para la posibilidad escénica. De esas fuentes estamos bebiendo con gran curiosidad y placer.

· Esta es la parte menos comprometedora y más divertida en la investigación de la creación en grupo. Durante un promedio de 6 horas diarias se lee y se conversa de manera distendida. Vida literaria en familia. Nos sentimos unos desvergonzados. El placer del teatro no sólo lo otorga la representación, igualmente está el investigar, preguntarse, curiosear, filosofar, activar la imaginación.

· Nuestro contacto con la Corporación Otraparte es fundamental. Allí Gustavo y Sergio, Restrepos por coincidencia los dos, están muy entusiasmados con nuestro propósito de llevar a escena a Fernando González.

· En primera instancia no sabemos qué vamos a hacer, pero sí empezamos a descubrir qué es lo que no debemos o no queremos hacer.

· No será una biografía. Tampoco trataremos de sustituirle al espectador la pereza o la falta de interés por sus libros.

· Tampoco elevarlo a la categoría de filósofo ejemplar.

· La crónica Semana Santa en Envigado es una obra maestra. Una mixtura particular entre el místico, el humorista y el escritor. Nos echamos todos para la procesión de Viernes Santo en Envigado. El Santo Sepulcro con su contundente imaginería convoca a una gran muchedumbre, no hay música, las cantinas tienen su cierre metálico a media asta, los billaristas tacan sus bolas con aire culpable. Hay un nocturno aire de duelo, de arrepentimiento, de respeto. Observamos a los monaguillos de los cuales Fernando González dijera con gracia que son "obispos en formación".

· Luego recorrido por la carretera que va a Otraparte, con estación en el viejo café Georgia donde el Brujo fumaba y tomaba tinto. Nos detenemos. Pensamos que este podría ser un buen comienzo para la representación. ¿Félix Ángel Vallejo que desde una mesa contempla la llegada del personaje?

· Ensayamos esta posibilidad. Funciona.

· ¿Hay poesía en Fernando González? Si al leerlo, al investigarlo no la descubrimos lo mejor es abortar todo el proceso.

· La investigación continúa. No hay una gran preocupación por determinar en primera instancia una dramaturgia. Partir del no saber y que el cerebro continúe día a día ingresando información y reflexión sobre Fernando González.

· Oscar González -es un González suelto, nada tiene que ver con Fernando- ha sido durante 18 años nuestro asesor literario, un duende que habita detrás de bambalinas. A él nos hemos referido para autores como Maeterlink, Pessoa, Beckett, Andrés Caicedo, Séneca, Alfred Jarry, Sylvia Plath.Viene y nos hace una exposición sobre Fernando González y propone un tema que nos parece revelador, las relaciones de género entre tragedia y drama: "Se cree equivocadamente que la tragedia es más terrible que el drama, pero no, en la tragedia de alguna manera hay una resolución. Viene la hecatombe y finalmente los personajes mueren, o desgraciadamente vivos terminan por reponerse. El drama es mucho más terrible, puesto que no acaba por resolverse nunca. Los personajes no encuentran término ni sosiego. Siguen padeciendo. Fernando González es un hombre dramático puesto que nunca pudo encontrarse a sí mismo. Eso significó en él "vivir a la enemiga".

· El teatro es la representación de un conflicto, y ¿cuál sería el conflicto de Fernando González? ¿El entorno? No, él mismo, un hombre en busca de una resolución.

· Estamos por concluir una fisonomía de nuestro autor a través de la lectura de Revista Antioquia. Historia, sociología, opiniones, mucho humor. Algo está en marcha en nuestro inconsciente colectivo. Potencialmente todavía no hay algo que se pueda convertir en REPRESENTACIÓN.

· Nuestras visitas a Otraparte son distendidas, ociosas. Observar la casa del Brujo, los árboles, el sol sobre la hierba, el atardecer. Imaginar a nuestro personaje urdido a la naturaleza. Es "conocimiento" táctil, exponernos al paisaje y a su escenografía, no sacar todavía conclusiones, pero sí emociones. Qué importante el conocimiento sensorial y táctil, aquel que no se deriva de la razón ni se activa a partir de las ideas. IMÁGENES-SENSACIONES.

· Resulta un privilegio en la investigación el disponer de manera ilimitada de todos los recursos: archivos, imágenes, objetos, gorra, sombreros, herramientas, libretas originales.

· Todo nos está hablando. Saber escuchar. Mantener la percepción encendida.

· Me recibe el nieto de Fernando, Lucas. Es un hombre de empresa que delata en su fisonomía al abuelo. No ceso de mirarlo. Superpongo su rostro al otro, concuerdan en algo. La conversación gira en torno a la autorización de la familia sobre los derechos de representación. De un solo tajo nos la concede, advirtiendo "No entiendo cómo se puede hacer de esos escritos una obra de teatro, pero cuenten con mi autorización. Y les advierto: la obra puede ser a favor o en contra de Fernando. Si la misma obra no lo defiende ya no lo defiende nadie". Dialéctica de familia.

· Vienen Gustavo y Sergio y nos regalan algunos objetos simbólicos que consideran pueden ser de nuestra ayuda. Coincide con el inicio de un tendido de ideas y conjeturas. Nuestras cabezas bailan al ritmo de lecturas frenéticas. El tema empieza a obsesionarnos, nos persigue a todos por toda la casa, está en las conversaciones.

· Días después nos traen otro magnífico regalo. Todas las obras de Fernando González en formato digital. Incluye sus obras editadas e inéditas. Una gran herramienta. Ya no hay que buscar página por página.

· Tercera visita de Óscar González que se centra en "el maestro de escuela". Se pregunta por la sustancia teatral y su devenir. ¿Contar historias? Eso lo hace magníficamente la literatura y la Tv. "El futuro del teatro tendrá que ser la metafísica", concluye tajante.

· Le escribo a Óscar González: Provisionalmente el título sería FERNANDO GONZÁLEZ. VELADA METAFÍSICA.

· Óscar responde: "También todo es resultado de la excitación, sí, de la excitación barroca de los sentidos. Qué bien, que vayan así, como me lo dices en lo de González. Pero el título de la obra, extraordinario: Me parece totalmente poderoso, lo de "Velada metafísica", porque se mantiene o mantienes de manera drástica (Medidas severas, decía Pizarnik al escribir sobre la Bathory), el hilo conductor, con lo de Jarry, lo de Tardieu, lo de Maeterlinck, Pessoa. Ese es hilo de oro que propicia en el espectador no una historia, sino una tradición sensible, particular, extraña, real e irreal. No creo pues que sea un "título provisional", como dices, sino que siento que es el título casi absoluto."

· ¿Pero cómo sería un teatro metafísico? ¿Qué antecedentes tenemos? El escenario como aquel espacio que quería Freytag: "El drama es un marco estático dentro del cual el espíritu deambula y sufre".

· Un teatro del ánima y no del cuerpo.

· Esa metafísica aparece de una manera más nítida en los dos últimos títulos: Libro de los viajes o de las presencias, y La tragicomedia del padre Elías y Martina la Velera.

· Este último cierra la obra de Fernando González, ahí ya ha traspasado las posibilidades de la materia y realiza un viaje emotivo, se transforma en Lucas de Ochoa firmando como ExFernando González, y es también el Padre Elías y la curtida mano de Martina, callosa por la parafina.

· Metafísica=Viaje (en lenguaje antiguo).

· Sorprende en Otraparte la minucia. La mejor de todas es el papelito cuidadosamente guardado del "yo te amo" que le escribiera Mademoiselle Tony a Fernando cónsul en Marsella. Ese papelillo gira por nuestra percepción. Lo vemos, lo tocamos, y nos miramos sin decir nada. La conexión colectiva hierve.

· Me he quedado más de una hora mirando la sillita de Fernando.

· No recuerdo ahora quién lo dijo: "Envigado parió a Fernando González y a Débora Arango y se murió".

· Los actores tienen ahora un maelstrón de sensaciones y de imágenes. El escenario será el punto de decantación.

· Siempre he admirado a los directores escénicos que están cargados de imaginación y son capaces de estarse noches enteras "craneando" una imagen, resolviendo una escena.

· No tengo impulso hacia ello, no traigo ideas a los ensayos, me limito a mirar a los actores, a ser el lector de sus movimientos, de sus bocetos de improvisación. El actor es mi texto.

· El peligro de las ideas y las imágenes rebuscadas cae siempre en el formalismo, en el Enjolivement. Cataratas de imágenes que corren en una dirección peligrosa. Estamos hartos de las imágenes hechas tomadas de revistas y videos y que son demasiado descrestantes y "contemporáneas". Lo visual debe salir de su espíritu interior. El resto es espectáculo, mampostería.

· Cada día me gustan más los actores, los admiro más, en condiciones son capaces de resolver cualquier asunto escénico. No saben que saben, pero siempre en cuerpo y voz, encuentran los hilos secretos de la representación.

· Me limito a estar atento, a no permitir que su creatividad se vuelva desperdicio.

· Hora de arrojarnos al escenario.

· "Loco es aquel cuyo punto de apoyo para la representación difiere del aceptado o corriente" (F.G.)

· Nuestra metodología ha aprendido más de los pintores que del ámbito teatral: El bosquejo, el trazado a mano alzada.

· Y esos primeros bosquejos realizan lentamente la urdimbre de lo que será el acabado. Brotan objetos, voces, textos, movimientos, músicas en un caos que "casi" solos se van orientando como un péndulo.

· No traicionar la metodología, aunque provoque muchas veces la desesperación o el cansancio. Paciencia de titiritero.

· La puesta en escena no es solamente resolver el asunto actuación, aquí todo marcha de manera simultánea: el proceso va creando vestuario, personajes, dramaturgia, iluminación, escenografía, espacios.

· Primera advertencia para los actores: no vamos a realizar música de época, ni vestuario de época. Esto es teatro no antropología.

· A los actores les doy trozos de textos. Hacen en la práctica sus bosquejos. Se hacen una cincuentena de ellos, pero aún no emerge el aspecto principal: el lenguaje representativo, es decir, narrativo, literariamente hablando.

· Casuística de los objetos: libros, símbolos patrios, estigmas, iconos religiosos, música religiosa. El vestuario va apareciendo, ambiguo, sin época.

· Ángela María Muñoz ha convertido un texto diatriba en un estremecedor coro épico. Luego nos muestra su composición religiosa sobre Santa Teresa. Es muy difícil dar testimonio de Dios, pero creemos en sus criaturas. En esta casa practicamos algunas adoraciones, y hay dos santidades que nos deleitan mucho: Baudelaire y Teresa.

· Segunda advertencia para los actores: la obra debe tener su ligero aroma de campo y de pueblito antioqueño (1930 y años sucesivos) pero sería un desastre caer en las garras de lo "regionalero" o en la "parodia", pues no será un montaje de identificación, sino de "choque". Fernando González fue un hombre fuera de su tiempo por ello vivió como un exiliado en ninguna parte.

· Sergio Restrepo me llama apurado "Vengan para que miren un escaparate que está lleno de chécheres y documentos de Fernando, quién quita que ahí hasta encuentren una escena".

· Vamos y escarbamos. Efectivamente en esa güaca, después de mucho escarbar, nos topamos "una escena", y no cualquier escena, es aquella que sometida a prueba de escenario, nos va a dar el tono.

· "El vulgo cree en casualidades. Los libros de vulgarización dicen y repiten que los investigadores hacen sus hallazgos por casualidad. ¡No! Nosotros, los de la vocación, sabemos que todo es vivo y dialéctico; que la cosa se va gestando siempre. Por ejemplo, la agonía; y el amor al asunto, cualquiera que sea, no es sino afinidad que nos pone al unísono con lo que se gesta y, entonces, le damos vueltas, callejeando, vagando en apariencia, yerbeando por aquí y por allí, sin apresuramientos aparentes y, de pronto, la llave. Así es como sucede todo; y como el que tiene vocación no se fatiga, si su vocación fueren los escorpiones, por ejemplo, pues al fin, a su debido tiempo, asiste al coito de los escorpiones. No hay casualidad. No hay secretos asombrosos en esto de la vocación. Basta el estar familiarizado con el oficio y sus vicisitudes, y con tener, eso sí, el palito para la cosa".(F.G.)

· María Isabel García, desde gradería, emocionada mirando un ensayo da la puntada exacta que nos exalta a todos: "creo que esta es la única posibilidad que ha tenido el Brujo de hablarnos a los colombianos de viva voz, siempre estaba ahí como suspendido a través del espectro de los libros".

· Tercera advertencia para los actores: debemos crear esta obra a través del poema de Walt Whitman: "Camarada, usted no está leyendo un libro, usted está tocando a un hombre".

· Paso por Cali y un joven actor me saluda: "¿Qué están montando?" Fernando González, le grito. "¡Se dedicó Matacandelas al teatro documental!" Pongo cara de asombro (¿preocupación?) y remata: "¡Qué buena línea esa!" Me quedo pensativo recordando las palabras de Diego Sánchez "en el Matacandelas uno no se siente artista sino médium, al parecer esta gente como Andrés Caicedo, Fernando Pessoa, Alfred Jarry, Sylvia Plath. tienen muchas ganas de hablarle a Medellín y a Colombia y acabaron por absorbernos el seso"

· Sin lugar a dudas Fernando González es el hombre más interesante que ha parido Colombia.