Andrés Caicedo
"La ultima vez que lo vi tenia un pie sobre una tumba señalada por una cruz de madera y él me dijo en sueños, los muertos siempre hemos estado entre los vivos. Y yo quede como frikiao por eso.
Yo creo que algún día voy a ir por la calle y me lo voy a encontrar.
Después de esos sueños he quedado con la fascinación un poco de que la mayoría de la gente que uno ve por la calle son muertos, puede ser la mitad de la gente que uno ve y que uno no se da cuenta de que esa gente ya esta muerta.
Y que un día de estos uno va a ir por ahí y voltea una esquina y va a estar Andrés cagao de la risa, y a mi me va a dar como pena porque de todas maneras uno ya está más viejo que él, porque Andrés solamente llegó a tener hasta 25 años y uno ya siguió derecho y ... que vergüenza por eso ... y ... no sé ... él va a seguir ahí ... siempre tan joven .... aunque tan triste".
OSCAR CAMPO
Nació en Cali, en 1951. Alguna vez dijo que vivir más allá de los 25 años era una vergüenza. Y lo cumplió, se murió a los 25 años de edad. La producción intelectual de Andrés Caicedo empezó desde los 10 años. A finales de los sesenta se conocieron sus primeras piezas dramáticas: La piel del otro héroe y Recibiendo al nuevo alumno; al mismo tiempo montó piezas como La noche de los asesinos, de José Triana y Las sillas, de Eugenio Ionesco; también adaptó al teatro Moby Dick, la novela de Hermann Melville. Mientras tanto, empezaban a aparecer sus primeros cuentos en los suplementos dominicales de los periódicos de Cali. En 1972 intentó llevar al cine su guión Angelita y Miguel Angel, en codirección con Carlos Mayolo. Consignó su experiencia como espectador de cine en artículos de prensa aparecidos en El Diario de Occidente y El Pueblo, de Cali; y después comenzó a publicar la revista Ojo al Cine, que, con cinco números, se convertiría en 1974 en la revista especializada más importante del país. En 1969 Caicedo escribió siete versiones del cuento "Los dientes de Caperucita", ganador del segundo premio del Concurso Latinoamericano de la Revista Imagen de Caracas. En 1972, el relato "El tiempo de la ciénaga" fue laureado en el concurso Universidad Externado de Colombia de Bogotá. En 1974 viajó a Estados Unidos con cuatro guiones de largometraje escritos por él y dispuesto a vendérselos a Roger Corman, director que admiraba profundamente; sin embargo, aunque traducidos por su hermana, los guiones nunca llegaron a manos de Corman. En Estados Unidos, Caicedo se dedicó a ver cine, comenzó a escribir ¡Que viva la música!, inició un diario que pretendía convertir en novela (Pronto: Memorias de una cinesífilis), y profundizó su afición por la música (blues y rock, especialmente los Rolling Stones). Regresó a Colombia y en 1975, con el patrocinio de su madre, publicó el relato El atravesado. Siguió escribiendo compulsivamente y entregó a Colcultura la versión final de ¡Que viva la música! para su publicación. Alcanzó a recibir un ejemplar de la novela, antes de suicidarse en la tarde del 4 de marzo de 1977.