EDGAR ALLAN POE
Nació por pura casualidad en Boston en 1809, vivió su niñez y su adolescencia en Virginia, algún tiempo en Inglaterra, peregrinó toda su vida entre Boston, Filadelfia y Nueva York y murió precozmente por pura casualidad en Baltimore, bajo circunstancias aún misteriosas, en 1849.
Desafortunado y desconocido en vida, Poe, pocos años después de su muerte, se volvió muy famoso en Europa, gracias a la versión que hizo de sus obras Charles Baudelaire, quien se consideraba más que su heredero espiritual, su auténtica reencarnación. Desde entonces, su fortuna literaria nunca más ha conocido descanso: aclamado como el padre de la literatura fantástica e incluso de la detectivesca, ha sido estudiado, impreso y leído en todos los idiomas del mundo. Han sido realizadas numerosas películas basadas en sus cuentos, entre las cuales recordamos la memorable La chute de la maison Usher de Epstein (en la cual debuta en el cine Luis Buñuel), Tres pasos en el delirio, de Vadim, Malle y Fellini; y Los vivos y los muertos, de R. Corman. Desde Debussy a Lou Reed, han sido escritas piezas maestras de la música, inspiradas en sus cuentos y poesías; en Europa, Estados Unidos y Latinoamérica cada vez más compañías teatrales de todos los niveles lo han puesto en escena. Sin embargo, como todos los verdaderos clásicos, Poe permanece como un misterio y su escritura como una mina inagotable de interpretaciones y sugestiones de extraordinaria actualidad. Para nosotros, en particular, se presenta como el lúcido profeta de aquella crisis de identidad del hombre y de la civilización, que en el último decenio se ha convertido en uno de los temas más importantes de la reflexión filosófica, sociológica y política en el Occidente.