Algunas buenas razones del por qué en Medellín es imposible hacer teatro
Por: Cristóbal Peláez González
Publicado en Deshora. Revista de poesía. No. 2. Octubre. 1998.
“Dice la gente que no hay nada como la vida; yo en cambio prefiero la lectura”. Legan Pearsall Smith
- El teatro es una puesta física de un proceso mental; como tal supone un espacio real, material, para ensayos y representación, supone un trabajo de equipo, una base económica. No se hace teatro con la mínima infraestructura que requiere, por ejemplo, un poema: papel y lápiz.
- Medellín carece de una verdadera compañía teatral. Hablo de un equipo de actores, técnicos, directores y administradores. Grave (y muy triste) para una ciudad de casi dos millones de habitantes.
- Existe en la ciudad, como en todo el país, una marcada tendencia a formar “colectivos” de dos personas, de “una sola persona”, para abaratar costos de producción, para poder sobrevivir. Hacer teatro a como dé lugar en las condiciones que sean. Estos modos de penuria en la producción teatral son derivados típicos de sociedades atrasadas, signadas por una profunda miseria e incapaces de generar fuentes de desarrollo económico: La industria ha sido devastada por el capital financiero. Un emporio de papel.
- Muchas de esas “compañías”, son en realidad parejas, matrimonios. Un problema de alcoba y “la compañía” pierde equilibrio.
- Nacen, viven unos días y mueren proyectos teatrales que no saben resistir las primeras dificultades.
- Muchos se ilusionan en el teatro creyendo que es soplar y hacer botellas. Algunos creen que “hacer teatro es muy rico porque uno sale en el periódico”. Se ignora que la sustancia del arte es el sudor, la lágrima, la humillación, la angustia. Un oficio perro, como lo proclamaba Flaubert.
- Otros consideran que al no servir para ningún oficio lo mejor es dedicarse a satisfacer el gusto del público.
- El llamado gusto del público no es un producto natural. El gusto es un espesor de información y publicidad manipulada por los medios masivos.
- Por ello nuestras obras de teatro para llegar a un vasto público tendrían que asumir un lenguaje consuetudinario y sus temas serían los enredos caseros.
- El teatro no habla el lenguaje de la gente, quizá tampoco el lenguaje de su época. El teatro es lenguaje que en rigor debería o podría hablar la gente, porque la escena es la vida idealizada, ennoblecida. La vida tendrá que imitar el arte. (“El arte es lo más auténtico, pleno, bullicioso y satisfactorio… mientras que la vida es peor que la novela más mala; no tiene sentido de lo narrativo, está poblada de gente aburrida y de canallas…” Julian Barnes)
- La ciudad de Medellín puede perfectamente vivir sin poesía, sobreviviendo en la opacidad de los suplementos dominicales. (Magazines dominicales: literatura para presos)
- Los responsables “culturales” del Estado son en su mayoría gente sin noción y sin pasión por el asunto, funcionarios que confunden “cultura” con etiqueta, teatro con sociodrama.
- Una ola de sociologismo invade los magros propósitos “culturales” oficiales: se cree por ejemplo que el teatro puede pacificar las comunas, evitar la drogadicción e impedir la tala de bosques.
- Un periodista que se respete -con buenas notas de universidad- debe estar más interesado en informar sobre el color de los guayos de un futbolista o el nombre del perrito de Maradona que en un estreno de teatro o en una exposición o en un festival de danza.
- Desde hace años el periodismo está obligado a satisfacer la demanda de novelería de la galería. Por los tubos de egresos de las universidades salen “comunicadores” por metros y por kilos sin otra cualificación y criterio que “la novedad”.
- El teatro no vende. El teatro no da votos.
- La cultura del medellinense común es: en pintura: un lago con cisnes o una acuarela de un rancho con vaca pastando. En escultura: las moles totémicas de Arenas Betancourt. En poesía: la ramplonería versificada. En danza: los trotecitos a lo Sonia Osorio. Y en teatro: los sainetes regionaleros.
- Este es un pueblo acosado de pobreza física y mental, de embrutecimiento. Cada vez somos más en número y menos en calidad de vida. Somos un pueblo con poca capacidad de abstracción. Caminamos derecho hacia la estupidez como norma y temperatura de vida.
- Para este pueblo la contemplación de una noche estrellada es una pérdida de tiempo. Eso no da dinero.
- El proyecto educativo en Antioquia fracasó. Esos lodos son de esas aguas.
- Nuestra televisión regional también fracasó como proyecto comunitario y cultural. Su esencia es la promoción de fondas, arrieros y canciones guascas. Se trata de un verdadero récord Guiness: es la única televisión del mundo que no tiene un solo programa digno de mirar (televisión para presos).
- Nuestras entidades culturales oficiales tienen entre 100 y 200 años de atraso.
- La cultura IN en Medellín es: la setenta, la zona rosa, las cabalgatas, las modelos, los reinados.
- La única alternativa para un pueblo esclavo es vivir drogado (o liberarse).
- Nuestra religión no es la católica, sino un culto desmesurado por el dinero.
- El contrato Estado-Sociedad ha sido transgredido por el propio Estado. La justicia, el trabajo, la salud, el bienestar social corren a cuenta de la iniciativa individual. El arte entendido como un bien público, es ignorado y rechazado. El aparato estatal asume la farándula como expresión artística. Pares o nones en el aparato estatal viven y crecen los ciudadanos más atrasados de la sociedad.
- Los políticos colombianos encabezan la lista de los más astutos, pero están en la cola de los inteligentes. Por lo general se trata de técnicos o administradores con alguna capacidad para sus cargos, pero no para el manejo de un ordenamiento social.
- Aquí al hombre de talento, de inteligencia y de conciencia crítica o lo matan, o lo mediocrizan con un puestecito o lo ponen a promocionar refrescos en la Tv.
- Genios para interpretar leyes y decretos, tarados para la vida.
- El teatro, según la tradición burguesa, es oficio de holgazanes y de mujeres con dudosa reputación, nunca ha provocado las miradas de simpatía de intelectuales y aristocracias.
- El teatro se encuentra dentro del bando de LOS INDESEABLES. ¿Quiénes son los indeseables en este país? RESPUESTA: los negros, los indígenas, los que aran la tierra, los pordioseros, los indigentes, los drogadictos, los guerrilleros, los que dicen que no, los que preguntan, los que cuestionan, los que se ríen, los que piensan, los que no acaban por tragarse el cuento, los que danzan, los que construyen las casas, los vendedores ambulantes, los recolectores de basura, los poetas, los desplazados, los desempleados, los inútiles, los mutilados, los limitados, los subnormales, los alcohólicos, los emboladores, los que viven en ranchos con altos riesgos, los que casi no duermen, los que permanecen al margen de los grandes negocios, los que no deciden por ellos mismos, los que no son estrellas ni conocen las pasarelas. Los que agonizan en las cloacas y su mundo mide 2cm x 2cm.
- (“¿Por qué no existe aquí el espíritu? ¿Por qué no se manifiesta Dios en la humanidad colombiana?” Fernando González)
- No están naciendo proyectos teatrales colectivos porque no hay una demanda de obras teatrales. La fiebre didáctica y pedagógica invade todos los proyectos. Se dice clara y abiertamente: “No queremos representaciones de teatro, eso es muy costoso, eso no le interesa a la comunidad, queremos talleres, capacitación. Es barato y da la sensación de que se hace mucho.”
- Una fiebre de tecnocratismo ha invadido el panorama cultural. Cualquier grupo de teatro para desarrollar su estética debe enfrentarse a elaborar y presentar infinitos proyectos que al final son despachados con esta hermosa frase: “Está muy bien presentado su proyecto, pero no hay plata.
- Así los responsables culturales son en esencia gente colocada que trabaja leyendo proyectos. (“Colocados, casados y muertos, yo soy eterno como las nubes”, Fernando González).
- La mayoría se desencarta de la cosa cultural presentando un ciclo de peliculitas tipo la insufrible Sociedad de los poetas muertos.
- Algunos para poder sobrevivir como grupo escénico han tenido incluso que renunciar a hacer obras de teatro y deben emplear su tiempo haciendo trabajo social recreativo, programas para la tercera edad, programas para los niños damnificados, lúdica para torneros y mecánicos, etc. De esta forma muchos grupos se han convertido en organismos de socorro.
- Si un grupo quiere investigar en el lenguaje teatral, su grupo es elitista, sin proyecto para la comunidad. Según este criterio Shakespeare en vez de escribir Hamlet debió dedicarse mejor a dar cursos de sensibilización para cargadores en el muelle. Y el Ulises de Joyce debió ser redactado en el lenguaje panacéico de una Ong.
- El surrealismo, el simbolismo, el expresionismo, y todo movimiento estético de avanzada se considera asunto de élite, de intelectualismo. Hay que defender nuestros valores: la trova, la alpargata y la arepa. ¿Valores de qué? ¿Valores de siglos de explotación y de hambre y de desgobierno?
- Pero a veces el pueblo a falta de pan pide circo. Le dan a Darío Gómez y a una orquestita de merengue.
- Una autocrítica social a fondo puede mirar en el espejo un rostro monstruoso, en rigor somos un país de pícaros, de usureros, de tramposos. Ello constituye nuestra más auténtica cultura. El trabajo del arte en rigor se convierte en contracultura. Es oficio maldito.
- Aquí pelechan muy bien y son bienaventurados los adaptados, los imbéciles y los corruptos. Ellos son los sueños de la tierra. (“No se quisiera ser feliz a costa de ser imbécil”, Voltaire).
- La única posibilidad que tiene la actividad teatral de acceder a la información cotidiana en televisión depende de la ausencia de masacres y siniestros. Su sentido escueto sería este: “Su grupo teatral está hoy de suerte, le podremos adjudicar un minuto en nuestro noticiero, ya que desafortunadamente éste ha sido un día sin noticias graves”.
- Razón de peso: nuestra triste condición de colonia norteamericana.
- Razón marxista: aún la humanidad no alcanza los umbrales de la historia, vivimos en la prehistoria.
Espacio en blanco para que los lectores anoten para su coleto otras buenas razones: