Entrevista de El Informativo
A nosotros nadie nos echó de Envigado
Por Conrado Suárez Vanegas
Continuando con nuestra serie de entrevistas a personajes ilustres envigadeños, publicamos este mes la que realizamos con un placer especial al entrañable amigo y hombre de teatro Cristóbal Peláez González, fundador y director del grupo teatral Matacandelas, toda un institución en Antioquia y Colombia. Diálogo efectuado el pasado 9 de marzo y que exalta a uno de los pioneros del fuerte movimiento teatral de Envigado.
¿Cristóbal, recuerdo el trabajo social que hacíamos en la Zona Suroriente con obras teatrales didácticas y muy divertidas preparadas por el grupo Matacandelas…?
Sí, Conrado. Eso fue hace por ahí 25 años o más, cuando todavía teníamos sede en Envigado; yo conozco de tu trabajo con esta zona y otras comunidades. Me acuerdo mucho de una presentación que hicimos en la escuela Santo Domingo Savio, en El Salado, con una obra llamada Vía Pública, una parodia sobre la salud. Recuerda que también por esa época estuviste un tiempo montando las ediciones de El Informativo en la sede del grupo que tuvimos muy cerca de Bellas Artes, en el centro de Medellín.
“Hace 60 años, Medellín tenía 300 mil habitantes y la capacidad de butacas de teatro era de 12 mil. Ahora somos dos millones y no llegamos ni a la mitad de esa cifra.”
¿Hace mucho que saliste de Envigado con tu grupo de teatro, ¿cómo fue ese proceso?
Agradezco que me hagas esa pregunta porque se ha creado la leyenda de que a Cristóbal Peláez y al grupo Matacandelas los echaron de Envigado. Falso. A nosotros no nos echaron, nos fuimos porque sentimos esa necesidad. El grupo empezó en 1979 como un grupo juvenil vocacional. Ya habíamos crecido, entre otros apoyos, gracias a la acogida que nos brindó el director de la Casa de la Cultura de Envigado en ese entonces, Vehder Sánchez. Luego, cuando llegó a ese cargo Luz Alicia Botero nos sentimos también muy respaldados. Es más, ella nos decía que ya teníamos que irnos de Envigado, pero no porque estorbáramos sino porque lo necesitábamos para crecer, pues en ese momento no había condiciones para seguir evolucionando. Tomamos la decisión y nos fuimos voluntariamente en 1986 para Medellín y la misma Luz Alicia, una mujer valiosísima, nos despidió con lágrimas en los ojos. Hoy en día, mirando hacia atrás, agradecemos esos consejos y toda esa ayuda que nos dio Envigado para empezar.
“Mi mamá era de Salgar y mi papá era un campesino de la Loma de Cucurucho, en El Salado, que trabajó en las fraguas de Rosellón. Fuimos nueve hijos, éramos enormemente pobres, pero yo recuerdo mi infancia como una etapa muy feliz en mi vida”.
¿Pero el vínculo con Envigado no se ha perdido…?
Hombre, yo siempre he dicho que Matacandelas tiene un sentido de pertenencia muy profundo hacia Envigado, pero desafortunadamente Envigado no lo tiene hacia el Matacandelas. Yo soy de La Mina, nací y me crié allá en unas lomas bellas que no se parecen en nada a las que hay ahora. Jugaba en las mangas, en la quebrada Las Canoas, había pajaritos, árboles, pececitos, cometas. Tengo hermanos y familia en Envigado, grandes amigos en el Ágora y en Otraparte, donde inclusive hago parte de la junta directiva. Pero desafortunadamente nos llaman poco de la Administración Municipal y el sector privado para trabajar en Envigado. Hace dos años hicieron una excepción para un recorrido por las escuelas y fue una dicha. Fue como una especie de reconciliación con ese público maravilloso de Envigado. Cuando nos invitan, vamos y lo hacemos con muchísimo gusto y la gente es muy bella con nosotros y llenan a reventar el teatro. Hace unos años, el Ágora también nos invitó a la apertura del Festival Envigado hacia el Teatro y nos trataron como a unas estrellas de rock. Fue muy bonito, muy conmovedor, exagerado, pero muy conmovedor.
“En Envigado nos tocó empezar a crear público. Al alcalde le llegaban cartas de gente ofendida porque había un grupo de teatro en la Casa de la Cultura. En nuestros primeros ensayos, los niños del sector nos echaban agua, nos tiraban cosas, nos gritaban putas, maricones, marihuaneros…”
¿Esa es una parte de ese vínculo que le hablo, pero también Envigado se ha visto reflejado en los montajes del Matacandelas?
Ah, bueno, sin duda. Yo, parodiando al subcomandante Marcos, afirmo que el verdadero director del Matacandelas todos estos años ha sido Fernando González y yo no soy nada más que el subdirector. Él ha sido nuestra figura tutelar. Uno de nuestros montajes más celebrados ha sido ‘Fernando González, Velada Metafísica’, fue premio nacional como mejor montaje teatral en 2009. La hemos presentado en todo el país y en el exterior. En Francia, en República Dominicana, en Cuba, donde nos ganamos el premio Villanueva de la crítica. Estamos invitados para presentarla en Uruguay este semestre. En Envigado la hemos presentado tres veces y el éxito es igual en todos lados. La gente goza con esos desvaríos de nuestro gran maestro y filósofo, asegurando que el Edén estuvo en Envigado y que a Eva la creo Dios de 14 años y medio en la finca de Pacho Pareja...
“Yo me abrí de Envigado en varias etapas. Primero me fui a los 22 años a España a aventuriar. Regresé a los 26 a fundar el Matacandelas y a los 28 me fui de la casa porque Omar Orozco, que tenía un periodiquito llamado El Señorial, me daba la dormida por escribir”.
¿Cómo se mantiene vigente el Matacandelas?
Con mucho trabajo, investigación, gestión… La economía del Matacandelas está compuesta por cinco partes: una es el ingreso por taquillas, que es dramático porque nosotros no hacemos teatro comercial; otra quinta parte viene de los convenios con el Estado y las empresas privadas, que como decía el maestro Enrique Buenaventura “son muy privadas” (convenios tipo Salas Abiertas, Salas Concertadas, premios o becas); la tercera parte es vender obras de teatro a particulares y a entidades oficiales, y las otras dos quintas partes es la administración de la pobreza. Se marcha con tracción a sangre...
¿Cuáles son los próximos retos de Cristóbal Peláez y su grupo Matacandelas?
Estamos reactivando la parte de teatro infantil que teníamos un poco abandonada. Pero yo creo que ahora lo más visible es el actual montaje que tenemos sobre la vida del bailarín Holguín Uribe, quien introdujo a Colombia la danza contemporánea. Raro que nosotros que no somos bailarines nos hayamos metido con eso. Jorge Holguín Uribe es un excelente artista, un excelente escritor y con un drama humano muy interesante. Ya sabes que el teatro se interesa por los infortunios porque de la felicidad no hay por qué preocuparse. Esta propuesta tuvo dos becas: una del Municipio de Medellín y otra del Ministerio de Cultura; en las dos, hasta donde entiendo, pasaron con el máximo puntaje posible. La obra se llama ‘Las danzas privadas de Jorge Holguín Uribe’. Sin pretender ser bailarines, nos ha ido muy bien, muy buenas críticas. Vamos a ir al Festival Iberoamericano de Teatro, luego a Cali, a Bucaramanga con esta obra. Hay un viaje a Costa Rica, Uruguay y tal vez Argentina.
Qué es Matacandelas
En frías cifras, el grupo de teatro Matacandelas tiene 33 años de existencia, tiempo durante el cual ha montado más de 50 obras y ha realizado más de seis mil funciones. ¿Y el nombre? Asegura Cristóbal Peláez que fue escogido al azar, poniendo el dedo con los ojos cerrados en una página de un diccionario. Matacandelas es una palabra con varias acepciones: instrumento para apagar velas, hongo comestible mexicano, hablar misteriosamente y con secreto. También indica una acción versátil, “hagámoslo a lo matacandelas, a lalata”. La otra es que es un ceremonial de excomunión e incluso un duendecillo de la arriería paisa que apagaba por travesura las velas en las noches campesinas. Antes de dar con su sede actual, que es propia luego de un trabajo arduo de años, “pagada a punta de tabla, del sudor de los actores”, el Matacandelas funcionó en la Casa de la Cultura de Envigado, en Córdova con Maracaibo (una casona roja junto a Bellas Artes, en el centro de Medellín) y después en un inmueble arrendado en Calasanz. Desde 1994 están en la Calle 47 No. 43-47, por las torres de Bomboná. Matacandelas cuenta con 14 socios y hace parte de la asociación Medellín en Escena. Funciones de jueves a sábado, después de las ocho de la noche. Teléfono 215 10 10.
Fuente: El Informativo