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Vitorean en Cuba a grupo teatral colombiano Matacandelas

por: Isachi Fernandez

La Habana, 16 may (PL) Con entusiastas aplausos y gritos de "Bravo" culminan las presentaciones aquí del grupo de teatro colombiano Matacandelas, que deja constancia en la escena de sus 25 años de quehacer.

Las actuaciones se enmarcan en el festival Mayo teatral, que con el signo de Casa de las Américas, reúne en varias provincias cubanas a artistas de Argentina, Brasil, México, Costa Rica, Nicaragua y el país anfitrión.

Matacandelas reafirmó su valía artística en la capital cubana con La chica que quería ser Dios y Medea, espectáculos que irrumpirán también en Matanzas y Cienfuegos, en el occidente y centro de la Isla respectivamente.

El primero es un recorrido por el espíritu atormentado de la poetisa estadounidense Sylvia Platt, quien se privó de la vida a los 31 años tras haber trasladado al arte los padecimientos de una mujer acosada por los miedos, el rechazo a las convenciones y el ansia de plenitud.

No se trata de un homenaje tradicionalmente concebido, ni de un intento de aclarar hechos o causas que se mantienen siempre en el terreno de las especulaciones, sino de desplazar a un mundo de signos que apuntan a lo sensorial el espíritu de un ser distinguible.

Bajo la batuta de Cristóbal Peláez, Jaiver Jurado y Diego Sánchez, se aprovechan textos poéticos y música para conformar un gran espectáculo que pudiera haber sido el plato fuerte de la oferta colombiana aquí.

Sin embargo, Matacandelas, que ya se había presentado en Cuba en 2002, vuelve a convencer con su segunda propuesta en la actual edición del festival: Medea.

A partir del texto de Lucio Anneo Séneca, llevado al teatro muy raramente, y con actuaciones de gran calibre, muestra su versión de ese clásico de las letras greco-latinas.

Con esta puesta, estrenada en 2002, Matacandelas cuenta por primera vez con una dirección escénica que no brotó del propio colectivo: el teatrista italiano Luigi Maria Musati, principal responsable de la Academia Nacional de Arte Dramático Silvio D´Amico, de Roma, tomó las riendas del montaje.

Actuación, canto y declamación se conjugaron en la escena, en donde se respetó íntegramente el texto de Séneca y se trasladó al público con un fuerte aliento poético el drama de una pasión que acuña como irreconciliables todas las razones.