Mayo, al centro de lo teatral
por: Osvaldo Cano
Tras la favorable acogida que tuvieron espectáculos como O marinheiro y Angelitos empantanados, Matacandelas no defraudó las expectativas creadas a su regreso a la Isla. Ahora el colectivo colombiano concurrió con La chica que quería ser Dios, un montaje que transcurre entre el teatro testimonio y el musical. La poetisa Sylvia Plath, sus contradicciones internas, la urdimbre de sus relaciones personales y su obra, devienen material a partir del cual Cristóbal Peláez fragua la puesta en escena. Calidad interpretativa, actores capaces de hacer música, un discurso bien organizado, un diseño de luces de lujo y un ritmo trepidante, signan la pieza. No obstante, por momentos, tanto los recursos expresivos manejados como el tono alto e intenso utilizado por los actores al defender sus roles, se tornan reiterativos y hacen que el espectador reclame una tregua, un respiro.